Los teólogos desarrollaron el concepto de "limbo": un estado de "felicidad natural" después de la muerte que no es ni cielo ni infierno. Dante, en le Divina Comedia (Siglo XIV), puso a los paganos virtuosos y a los filósofos clásicos griegos en el limbo.
El limbo nunca fue doctrina de la Iglesia Católica. Fue una proposición o hipótesis teológica que se propuso a partir del siglo XIII para explicar el destino de los que mueren sin haber cometido pecado mortal pero sin el bautismo. En la pastoral se hablaba del limbo sobre todo en referencia a los niños que morían sin ser bautizados.
Círculo primero
El círculo primero es el Limbo, donde están quienes, sin haber cometido falta alguna, han muerto sin haber recibido el bautismo; en particular, todos cuantos nacieron antes de la llegada de Cristo. Las excepciones son Adán, Abel, Noé, Moisés, Abraham, Isaac, Jacob y sus doce hijos, Raquel y "otros muchos", que dejaron el Infierno cuando fue visitado por Jesucristo entre su muerte y su resurrección, y fueron entonces convertidos en santos. Los que están en el Limbo no sufren tormento alguno, salvo el saber que estarán allí para siempre
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