Ya en 1919, en el salón de los espejos en el Palacio de Versalles
(Francia) se firma el documento en que se fijaron las condiciones de paz
impuestas a la Alemania derrotada; el texto del tratado delimita las fronteras,
habiéndosele expropiado sendos territorios, debiendo además la suma de 33.000 sofocantes
millones de dólares en conceptos de reparación por daños de la guerra a los
otros Estados, situación por la que debió entregar casi la totalidad de sus
activos y de las producciones futuras. Asumiendo además la prohibición de
poseer un ejército y armamentos. Podemos pensar sin lugar a dudas que aquí se
incubaron los gérmenes que derivaron en la atrocidad de la II Guerra Mundial.
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